Gobierno y sociedad arrinconan a los indígenas: León-Portilla
Martes 22 de febrero de 2011
Hoy cumple 85 años Miguel León-Portilla. Historiador, antropólogo, especialista en filosofía nahua, apasionado estudioso de la literatura en lengua náhuatl y uno de los más férreos defensores de los derechos indígenas en el país.
En medio de la celebración a su vida y su obra, su voz se escucha fuerte y precisa: México me duele. Este gobierno encendió un fuego que no puede apagar, porque el negocio de las drogas es tremendo: matan a uno y entran 10 nuevos. Como va ahora, es una guerra que no tiene fin. ¿La solución? Para mí, sería la educación.
En entrevista con La Jornada, el autor del clásico libro Visión de los vencidos (1959), afirma: “La educación pública es clave para el país, porque es donde se van a formar los cuadros que luego nos van a dirigir.
“Otra opción sería legalizar las drogas. Espero que los futuros candidatos a la Presidencia hablen de todo esto, de cuáles serán sus políticas de gobierno concretas contra este flagelo espantoso, que digan qué piensan de la inseguridad y de los pueblos indígenas, pero no nada más palabras, sino ante notario, pues lo que prometan lo vamos a exigir.
“En los textos nahuas dice que cuando tomaba posesión un nuevo tlatoani el pueblo le decía: ‘no te creas gran cosa tú, el señor nuestro, que es como la noche y el viento, se fijó en ti para que nos guíes, pero tienes que hacerlo, no te ensoberbezcas, no vayas a traicionarnos, porque si lo haces vamos a tomar el palo y la piedra’.
Sí, eso habría que decirles a nuestros gobernantes: ¿crees que vienes aquí para hacerte millonario? No. Tú eres, como dijo Morelos, el siervo de la nación, y si no cumples: palo y piedra.
Juventud acumulada
De buen humor, don Miguel asegura de entrada:
El iniciador de la antropología moderna en el país, añade León-Portilla, lo llevó a conocer, de niño, sitios como Teotihuacán o Cuicuilco, “entre otros lugares que me descubrieron el mundo indígena. Cuando fui mayor me decía: ‘no pienses solamente en los indígenas de la filosofía y la poesía náhuatl, piensa también en los de hoy, que están muy necesitados’. Gracias a él conocí al padre Ángel María Garibay (1892-1967), filólogo e historiador, quien al principio me causaba temor, pues un día lo fui a ver para decirle que quería estudiar la poesía náhualt y me dijo: ‘¿usted sabe esa lengua?’ Le respondí que no.no soy viejo, lo que tengo es juventud acumuladay recuerda, con esa memoria prodigiosa a la que no se le escapa una fecha, un rostro, un diálogo o un detalle, que su pasión por el México antiguo se debió a que tuvo la suerte de conocer, desde muy joven, al antropólogo Manuel Gamio (1883-1960), quien era su tío.
“Me contestó: ’si usted quiere meterse en esto debe saber náhuatl, mire, le voy a regalar mi Llave del náhuatl (1940), regrese en 15 días y me dice las dos primeras lecciones, si no las ha aprendido mejor ni venga, porque no pierdo el tiempo ni con tontos ni con flojos’. Pensé, ¡este señor es terrible!, pero después me entendí muy bien con él, lo seguí frecuentando hasta su muerte.
“Así empecé a leer desde joven a (Francisco Javier) Clavijero con su historia antigua de México, y sentí una gran atracción por ese mundo; luego me acerqué a las traducciones que había hecho Gamio, publicadas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la poesía indígena de la Altiplanicie y la épica náhuatl. Yo estaba estu-
diando filosofía en Los Ángeles, California, estaba haciendo mi tesis sobre las dos fuentes de la moral y la religión de Henry Bergson.
“Me encontraba leyendo a los presocráticos y entonces me topé con un texto de Garibay que citaba a los antiguos mexicanos, quienes expresaban esto: ‘¿podemos decir acaso palabras verdaderas en la tierra?, todo es como un jade que se hace pedazos, como un plumaje de quetzal que se desgarra’, y dije, se parece a los presocráticos, ¡yo quiero estudiar eso!”
Fructífero andar del investigador
Así comenzó el fructífero andar de León-Portilla como investigador y, sobre todo, como docente: “tan sólo en la UNAM cumplo ya 54 años como maestro, algo que ha sido vital para mí. No concibo el estar en una torre de marfil investigando sin el contacto con los jóvenes, estaría perdido, porque ellos son un acicate, preguntan, me renuevan y comienzo a acumular juventud.
Miguel León-Portilla en Ciudad Universitaria, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano
Miguel León-Portilla, autor del libro clásico Visión de los vencidosFoto María Luisa Severiano
“Escribo para mis colegas, claro, para que opinen, pero también para los jóvenes. Por eso hice el libro Visión de los vencidos, pero cuando lo publiqué hubo personas de cierto prestigio, de las que no diré sus nombres porque me parece tan triste lo que dijeron, que me comentaron: ‘los indios eran tan tontos que ni siquiera se dieron cuenta de lo que les pasaba’.
“Para ese libro, Garibay me dio las traducciones, luego yo lo he enriquecido con propias, se ilustró maravillosamente con copias que le encargamos al gran grabador Alberto Beltrán. Es un trabajo que ha cautivado mucho, José Emilio Pacheco dice que es de obligada lectura para todos los mexicanos, me lo han pirateado varias veces, tanto aquí como en España, pero le hablamos al Jurídico de aquí, porque es un libro propiedad de la UNAM, no mío.
“Hay otro, del que sí voy a decir cómo se llama, Manuel Romero de Terreros, quien trabajaba en el Instituto de Investigaciones Estéticas, conocido como el marqués de San Francisco, quien cuando vio mi tesis sobre la filosofía náhualt, dijo: ‘qué pendejada es ésta, es lo que nos faltaba, que los indios tenían filosofía’. Le decían, no te burles, el padre Garibay dirigió esa tesis, y él seguía: ‘el curita ese tiene embaucados a muchos diciéndoles que los indios pensaban y escribían’.
“Pero dígame, acaso no es filosofía lo que dice esta maravillosa poesía: ‘Con flores escribes lo que ha de existir en la tierra, con cantos das color, sólo en tu libro de pinturas existimos, dador de la vida. Y cuando te canses, borrarás lo que has pintado’. Espero que el dador todavía tarde un ratito y no me borre”, dice don Miguel y suelta una carcajada.
Nuevo libro, en dos meses
León-Portilla reitera que tanto las autoridades como la sociedad “hemos fallado al darle la espalda a los indígenas, los hemos dejado arrinconados, los despreciamos, los despojamos. Muchos viven en regiones de refugio, en las peores, sus lenguas son despreciadas, su economía muy débil, la asistencia sanitaria precaria.
“Una vez Ernesto Zedillo acudió a El Colegio Nacional y le pregunté por qué no mandaba ya los acuerdos de San Andrés para su discusión y aprobación al Congreso, me dijo que no quería fraccionar a México en un montón de paisuchos. Le respondí: ‘¿usted conoce a algún grupo que quiera la independencia?, no es lo mismo autonomía que soberanía.
“No se va a fraccionar el español, al contrario, cada lengua originaria es como un mirador que se abre y me hace pensar de una manera diferente gracias a esa lengua. La humanidad tiene así muchos torreones desde los cuales ver la realidad, cuando una lengua muere se cierra una ventana y la humanidad se empobrece.
“Por eso, en mi libro más reciente, que saldrá en un par de meses, propongo que está muy bien lo de la Independencia de México, el que seamos un país laico, la Revolución, ¿y los indios qué? Fortificar su cultura es importantísimo.
Desde hace muchos años lucho para cambiar esa situación, por ejemplo, actuando con mis alumnos, apoyando sus lenguas, creando la casa de escritores en lenguas indígenas, escribiendo, denunciando cosas, tratando de formar personas, insistiendo.
Entre las decenas de proyectos en las que participa en la actualidad, Miguel León-Portilla anuncia que también se prepara para escribir sus memorias.
El homenaje al historiador para celebrar sus 85 años se realizará este martes, a partir de las 11 horas en el salón de actos del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Participarán Clementina Díaz y de Ovando, Ángeles González Gamio, Patrick Johansson; Alicia Mayer, Estela Morales, Pilar Máynez, José María Muriá y Eduardo Matos Moctezuma.
Tomado de: La Jornada.
Publicado por: María José T. Herrera
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