A partir de 1770, Nueva España tomó el lugar de Perú y se convirtió en la primera productora de plata para la metrópoli, gracias a las reformas que se hicieron para estimular la actividad minera en aquel reino. El incremento de dicho metal tuvo relación con el descubrimiento de nuevos yacimientos.
El fomento de la actividad minera novohispana vino acompañado de la fundación de instituciones como el Banco de Avío y la Escuela de Minería. La primera fue una institución crediticia encargada de ofrecer préstamos a los mineros que lo requerían; la segunda, una escuela de metalurgia y mineralogía donde se enseñaban los últimos avances de la química moderna.
Por otro lado, para fomentar la producción argentífera, la Corona ordenó bajar los precios del azogue.
Las mejoras tecnológicas también fueron un factor importante en el incremento de la producción minera novohispana del siglo XVIII. La utilización de pólvora para las excavaciones, la construcción de túneles de desagÜe, así como la utilización del arrastre, fueron innovaciones que favorecieron el crecimiento de la producción de plata.
Crecimiento de la economía rural
Al mismo tiempo que la minería experimentaba una expansión considerable, la agricultura comenzó a pasar por un gran desarrollo. En el siglo XVIII, el incremento de la producción agrícola estuvo vinculado con que algunas regiones se especializaron en ciertos productos.
La región más rica de Nueva España fue el Bajío, ineludiblemente.
La Colonización
A partir del siglo XVIII, el norte de Nueva España vivió una nueva oleada de colonización. Por ello, entre otras cosas, en los nuevos reinos, la agricultura estuvo muy ligada a la cría de ganado. Por su parte, el sureste del territorio virreinal también vivió otro tipo de especialización productiva: en Mérida hubo grandes plantaciones de añil, palo de Campeche, frijol y maíz; por su parte, en Veracruz se produjo vainilla y caña de azúcar.
En este escenario de incremento y regionalización de la producción agrícola, la Iglesia tuvo un lugar fundamental. En muchos casos, las corporaciones religiosas fueron dueñas de grandes haciendas cerealeras, azucareras y ganaderas. Además, gracias a los diezmos, la Iglesia recibía el 10% de toda la producción agrícola de Nueva España.
Comercio Interno
En el siglo XVIII surgieron nuevos mercados regionales en el territorio novohispano.
Las reformas de liberalización del comercio ultramarino favorecieron la creación de nuevos consulados, por ejemplo, el Consulado de la Ciudad de México.
Publicado por: María José T. Herrera
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.