Desde la segunda mitad del siglo XVII, España enfrentó diversas guerras en defensa de sus territorios en el Viejo Mundo.
En 1659, con la firma de los Tratados de Paz de los Pirineos, la Corona española cedió a Francia los territorios del Rosellón y de Artois; además de haber consentido que la infanta María Teresa de Austria se desposara con Luis XIV. Este matrimonio y unión entre la casa Habsburgo y la Borbón selló la alianza política que terminó por transformar el contexto del Imperio Español en el siglo XVIII.
El fortalecimiento de los nuevos Estados-nación europeos (primordialmente Francia e Inglaterra), que gracias a la centralización del poder y su desarrollo económico estaban convirtiéndose en nuevas potencias, preocupaba a una España débil económicamente.
En el siglo XVIII murió el último monarca español de la dinastía Habsburgo. Tras una guerra internacional que duró casi doce años (Guerra de Sucesión, se mencionará en la siguiente publicación), se decidió que los herederos al trono español fueran los Borbones franceses, con Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia y la infanta María Teresa de Austria. La llegada de la dinastía borbónica al trono español inició una etapa de cambios y transformaciones que terminaron por desplazar a las antiguas estructuras económicas, políticas y sociales. Con lo cual, los criollos comenzaron a sentirse descontentos hacia las autoridades reales que únicamente pensaban en los beneficios de la metropoli.
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